La Luna está formada por cristales de agua que reflejan la luz del Sol, ella representa nuestra oscuridad y nuestra luz, nuestro ir al mundo y nuestro ir hacia el interior, nos enseña que reconociendo nuestra oscuridad nos volvemos transparentes, reconociendo nuestra sombra obtenemos claridad en nuestro mundo emocional. Nos enseña que hay tiempos de hacer y tiempos de no hacer, es la gran maestra de la Dualidad, mostrando que no necesitamos separarnos para aprender de la dualidad, por el contrario, necesitamos habitar cada uno de nuestros aspectos para empezar a reconocer la totalidad que somos, reconociendo que en la unidad con otros seres podemos vernos en ello y permitir que los otros se vean en nosotros. Un juego de palabras, un juego de aprender.
La Luna es magnética, reduce y aumenta las mareas, invita a las semillas a germinar, da la pauta de si las plantas luego de ser cosechadas pueden volver a crecer. Ella nos enseña que desde la quietud podemos mover y deshacer, atraer y repeler.
Esta gran maestra nos ayuda a caminar ciclicamente, aprendamos a seguir el Claro de Luna. Algunas veces experimentamos cambios que podrían parecer bruscos o inexplicables, pasa que caminamos con La Luna, pues nuestro cuerpo es también agua, sol, semilla, luz y sombra. Recordemos que la materia que nos compone es la misma que compone todo lo vivo, y La Luna está viva.
Aprender a caminar con La Luna nos devuelve a un lugar de humildad y grandeza, humildad por aceptar lo que se mueve internamente y grandeza por mirar toda la sabiduría que llevamos dentro.
Volvamos a nuestros ciclos naturales y la infinita sabiduría que nos traen. Que nos ilumine el Claro de Luna.
Guardiana de Luna
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