miércoles, 27 de agosto de 2014

Soltar





Hubo un momento 

en que perdió las huellas. 
Perdió todo lo que llevaba 
anclado a su espalda, 
los viejos paradigmas, 
las formas, 
las máscaras, 
la vergüenza, 
la culpa, 
los disfraces 
y la gramática.

Perdió las horas y el reloj, 
el calendario y las esperas, 
los anhelos y las certezas.
Perdió todo aquello que fue, 
todo lo que inútilmente esperó, 
todo lo que anheló y caminó 
y todo lo que se quedó en el arcén.

Y así, perdiéndolo todo, 
también perdió el miedo, 
el miedo a los juicios 
y a los feroces autojuicios, 
el miedo a la muerte 
y el miedo a la vida, 
el miedo a perderse, 
el miedo a perder...

Y desnuda de todo, 
desprendida de su vieja piel, 
encontró un corazón 
sucediéndose a sí mismo, 
retumbando cada poro de su ser, 
un tambor profundo 
de barro, estrellas y raíces 
resonando desde dentro 
con voz de anciana-niña, 
que la recordaba 
latido a latido, 
que estaba viva, 
eternamente viva, 
y que era libre, 
valientemente libre.

( Ada Luz Márquez )

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