sábado, 25 de agosto de 2012

Sean Felices. Así como el hombre debe honrar a su cuerpo físico lo debe hacer también con la Madre que le dio el ser, y no me estoy refiriendo a su madre biológica, estoy hablando de la Madre Tierra.


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Sean Felices. Así como el hombre debe honrar a su cuerpo físico lo debe hacer también con la Madre que le dio el ser, y no me estoy refiriendo a su madre biológica, estoy hablando de la Madre Tierra.

La Madre Tierra le concedió lo mejor que tenía, lo más selecto de su materia para que construyera su cuerpo físico, este acto de amor debe ser recompensado a través de un respeto a la naturaleza. La Madre Tierra requiere de todos sus hijos respeto a sus procesos, respeto a sus mares y bosques, respeto a sus montañas y a sus valles. Respeto a sus criaturas, que no están aquí para servir al hombre, están aquí, al igual que el hombre, para aprender a ser seres orgánicos superiores, para lograr el equilibrio en la naturaleza.

Cada ser orgánico debiera estar consciente de que su lugar dentro de la naturaleza está resguardado y seguro mientras no viole las leyes de la convivencia armónica; ecológica, dirían los científicos. Pero, la ecología es una ciencia demasiado nueva para la moral y los hábitos humanos, es aquí donde el llamado para todos aquellos que siguen este camino hacia la luz se hace más fuerte. La Tierra necesita de todos sus hijos conscientes para retomar ese camino de equilibrio que está perdiendo por el avance ciego que en los últimos 200 años el hombre ha venido dándole a su civilización.

Entramos ahora a tratar el tema de la felicidad.

Dijimos que el ser humano nace para ser feliz.

Y en esta frase se resume todo un camino de sencillez. Los niños lo manifiestan y ellos no son maestros de sabiduría.

Son simplemente niños.

Pero los niños no han perdido lo que el adulto pierde cuando crece escuchando a los demás.

El niño no ha perdido su inocencia.

El niño todavía escucha a su interno, y porque lo escucha sabe lo que quiere... y lo pide, lo busca, y no se aparta de su objetivo hasta que lo encuentra y entonces regresa a su estado de felicidad interior.

Si el niño se enoja, busca no estar enojado, si el niño sufre, busca no sufrir, si el niño pierde la sonrisa, busca encontrarla en la diversión, en el juego, en todas sus acciones.

Así de simple es la vida.

Pero los adultos...

Los adultos sufrimos, y buscamos la raíz de nuestro sufrimiento afuera; y entonces encontramos que nuestra vecina, nuestro jefe, nuestros hijos, alguien... hizo algo muy malo... y por eso estamos enojados. Ellos son los culpables, ellos me hicieron enojar.

Los adultos nos contentamos, pero guardamos los recuerdos... esos recuerdos que nos enseñan a no confiar en esas personas que nos han hecho sufrir.

Y entonces, la próxima vez que las vea, sabré que no debo confiar en ellas.

Y así vivimos.

Guardando piedras en nuestro corazón.

Una piedra por cada persona que me ha hecho sufrir, otra piedra por cada cosa que la vida me ha dado como problema, otra más por todas aquellas cosas que he deseado en la vida y no he podido conseguir.

Y vamos por la vida cargando ese costal de piedras.

Quejándonos de que la vida es agobiante.

Cuando llega un momento de felicidad, deseamos que no termine nunca, pero internamente estamos convencidos de que terminará y eso nos angustia, en medio de la felicidad que experimentamos, nos angustiamos porque sabemos que no será para siempre. O recordamos a alguien que nos gustaría que estuviera con nosotros disfrutando de este momento y entonces nos entristecemos porque esa persona no está.

Y el momento de felicidad se nos va entre la angustia de lo que no ha pasado y la añoranza de los recuerdos que reclaman un lugar en nuestra mente.

El presente es un espacio de tiempo corto, demasiado corto para desperdiciarlo entre un futuro que no ha llegado y un pasado poblado de fantasmas.

Y es en el presente el único tiempo en que se puede disfrutar de la felicidad.

Por eso el camino a la felicidad no es un sendero largo, no es que debamos esforzarnos para ser felices... debemos dejar de esforzarnos y ser como niños... sencillos... simples... viviendo el momento... disfrutando de cada cosa que la vida nos da... aceptando lo que tenemos y no deseando hasta la obsesión, lo que no tenemos o lo que no somos.

El hombre se esfuerza para no ser feliz.

Lucha para tener todo el control de su vida y al no poder lograrlo pierde la felicidad.

Ser feliz, implica disfrutar de lo que se tiene, como los niños, que juegan con piedras, con su imaginación, con sus manos, con lo que tengan a la vista [...].

Respuestas a esta discusión

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estoy jugando con el tejido de lana del norte
y también con mandalas
en busca del camino interior
q me lle a mi misma
al sentido
un beso del alma
Vivi
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AMOROSA GABY......GRACIAS!!!!!!
CON SENSIBILIDAD A FLOR DE PIEL...LEYENDO LO QUE AMOROSAMENTE COMPARTES.....TE ENVIO AMOR....MAS DEL QUE TU ERES...MAS DEL QUE FORMAS PARTE...AMOR...AMOR...LOA UNICO QUE HAY!!!!!
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gabriela estar feliz es estar bien consigo mismo y si uno esta bien esta bien con los demas hector schmidt
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MUY BUENA TU LECION DE COMO SER FELIZ EN ESTA VIDA Y ACERTADOS LOS EJEMPLOS DE LOS NIÑOS GRACIAS Y BUENO COMO SIEMPRE LO QUE TU NOS DAS ES DE ALTA CALIDAD PARA NUESTRA ALMA. QUE DIOS TE BENDIGA POR ESTAR SIEMPRE .

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